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¿Apagón en redes contra el racismo o aprovechar una tendencia para encender los likes?

Colaboración publicada en Mundo Ejecutivo y retomada para este blog.



Pocas cosas se multiplican tan rápido como la cantidad de trastes por lavar y la triste cifra de casos confirmados de Covid-19; sin embargo, la mañana de este martes amanecimos con un fenómeno viral que parece ser aún más veloz: cuadros negros sustituyendo fotos de perfil y publicaciones cotidianas en las cuentas de Instagram, Twitter y Facebook de líderes de opinión, politólogos, influencers, estrellas del espectáculo, deportistas y demás figuras públicas.



De pronto, el mundo tomó al color negro como un símbolo para recordarnos que el color no debería importar.


El repentino cambio en la estética común de los timelines se debe, por supuesto, a una protesta virtual ante el racismo y el abuso de autoridad mostrado en el asesinato de George Floyd a manos de un policía blanco.


¿Pero poner una pantalla negra o un cuadro negro en mis redes sociales es realmente una forma de apoyar a la lucha en contra del racismo o es sólo un síntoma de la importancia que para muchos tiene subirse a la tendencia?


Este fenómeno puede analizarse desde un sinfín de aristas; sin embargo, desde el ámbito de la comunicación, son pocos los casos que hemos visto donde la población mundial se une para manifestar una postura común sobre un tema, tanto en fondo (emociones, intenciones y reacciones), como en la forma de manifestarlo.


Esto no quiere decir que hayamos terminado con el problema. Pintar de negro una red social no va a cambiar conciencias de la noche a la mañana y, quizá, pocas personas realmente se “clavarán” en el tema para conocer más al respecto y tomar acción. Asimismo, a muchas otras quizá sólo les parezca ‘cool’ poner su pantalla negra, repetir HT y unirse a esta clase de manifestaciones para conseguir likes.


¿Qué es entonces lo rescatable de lo que está pasando en estos momentos?


1. De persona a persona ya no hay fronteras. El mundo está conectado, todavía más cerca de lo que dicta la famosa teoría de los seis grados de separación.


2. La posibilidad de generar opinión pública está al alcance de la mano. Ya no hace falta esperar a que las grandes plataformas motiven la generación de agenda pública: basta usar los dedos para lanzar al mundo nuestra visión de las cosas; un pixel negro se vuelve un símbolo y un color nunca había expresado tanto.


3. No todo debería medirse en “likes”. Este tipo de eventos demuestran que muchos personajes de la vida pública intentan aprovechar cualquier momento para ganar fama, aún a costa de verse oportunistas o ignorantes de las causas que ahora impulsan.


4. Una oportunidad de cambio. Ya que la gente tiene la atención puesta en el tema gracias a los timeline negros, éste sería un buen momento para que los líderes de opinión generen mensajes que ayuden a entender el fondo. Mensajes que abran diálogos, conciencias, discusiones y, sobre todo, que generen cambios que incidan positivamente en política pública y en la manera que individualmente nos conducimos.


Una vez más, la redes sociales nos permiten ver que la humanidad puede latir al mismo ritmo. Es tiempo de que cada persona vaya más allá y aproveche este ejercicio como un acto de conciencia para que comunitariamente apaguemos el racismo en la humanidad y no sea aprovechado sólo como una forma para encender de likes los timelines.

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